Calle Velázquez, 7pm, Madrid. Todos los "pingüinos" repeinados comienzan a salir del trabajo. Entre ellos, aunque no muy repeinado,se encuentra un servidor. Antes de comprar el bono de metro paro en un cajero a sacar algo de dinero. En esos momentos estaba sacando dinero el repeinado mayor, que venía probablemente de alguna oficina cercana del pijo barrio de Salamanca madrileño. Decido entonces esperar sentado en un banco hasta que el señor termine sus gestiones. Acto seguido veo al tipo marcharse en dirección a Núñez de Balboa y en 10 segundos aproximadamente sale del cajero una cantidad de dinero importante. En ese mismo momento se adelanta una señora de origen x (no española) de las que invitan a muchos a guardar todas las precauciones por un posible robo. La señora retira el dinero del cajero y corre sorprendentemente hacia el señor para darle el dinero que había olvidado en el cajero. El señor, muerto de la vergüenza, no sabe cómo agradecer el gesto y se pone rojo como un tomate mientras repite la frase "si le he dado a cancelar...".
Esta historia real me hizo reflexionar durante algunos minutos. Nadie habría esperado un comportamiento similar de aquella persona que a juzgar por las apariencias no habría visto tanto dinero junto en su vida. Me llegué a plantear qué habría hecho yo en la misma situación y no las tengo todas conmigo en que hubiera actuado de manera tan honrada como aquella señora. Es una de estas historias que no salen en los periódicos ni cambiará percepciones, pero me ha hecho darme cuenta de lo injustos que son nuestros prejuicios. Sólo quería compartirla.
Impresionante historia!!
ResponderEliminarno te renuevas nada, chaval
ResponderEliminarsigue escribiendo ,que nos mola tu estilo!
ResponderEliminarMuy chula, es verdad.
ResponderEliminarLástima que yo haya tenido justo la experiencia contraria, jeje... Mi tía estaba sacando dinero, se le acerca una rumana (rumana de verdad), y se lo roba saliendo corriendo.
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